¿Tú quieres que yo te pegue? ¿Ah?

¿Tú quieres que yo te pegue? ¿Ah?

“¿Tú quieres que yo te pegue?” La frase salió disparada frente a un ataque furioso de llanto de mi hija. Porque, por más que uno lea, se forme y entienda que la violencia no es la solución, hay algo primitivo que la impulsa como defensa ante lo que...