Cuando la noche del domingo 1ero. de mayo se dijo que Barack Obama daría declaraciones que se relacionaban con la seguridad de Estado, todos los medios del mundo se pusieron en alerta. Extraoficialmente todos comenzaron a manejar la información de que Obama declararía sobre Osama bin Laden: una operación de inteligencia del gobierno estadounidense habría dado con el terrorista, que habría caído abatido.

Pero, como decía, la información era extraoficial. Los medios no se atrevían a dar por cierto el rumor, ni a publicarlo, ni a asomarlo. No así Twitter: periodistas y ciudadanos comenzaron a publicar la información extraoficial, a la espera de las palabras del presidente de los EE. UU.

La presión para los medios tradicionales era muy grande: Twitter se les estaba adelantando, los estaba tubeando… Por eso, apenas Obama pronunció las primeras palabras, los cibermedios corrieron a publicar la información. Pero del apuro,  sólo queda el cansancio: muchos cometieron el error de confundir Osama con Obama en sus generadores de caracteres, generando confusión:

 

¿No resulta riesgosa la velocidad de los medios digitales? ¿No nos está quitando un tiempo preciado para la corrección y reflexión?

Por ejemplo, de haberlo revisado, el error no se hubiera colado. Y de haber reflexionado, hubieran pensado que si nombraban al presidente de EE. UU. por su apellido (Obama), era lo lógico que al terrorista también lo enunciaran de esa manera (bin Laden), evitando el curioso malentendido.

Adicionalmente, sigue siendo un misterio por qué los medios no se apegan a una forma de escribir un nombre tan sonado: mientras que unos acatan la recomendación de Fundéu BBVA sobre la manera de escribir el nombre del jefe de Al Qaeda (Osama bin Landen), otros optan por utilizar mayúscula inicial en las dos palabras de su apellido (Bin Laden), lo que genera confusión. ¿Siguen sus manuales de estilo o es simple capricho?